Arte plástico y texto literario se conjugan en una propuesta estética donde la ironía es recurso infalible para que el espectador reflexione, se pregunte, vea e, incluso, ría de sí mismo.

La sugerencia es tocar el entorno humano —incluida la muerte—- hablar de la rutina, el hartazgo, la incapacidad de sentir asombro, pero también del amor y de la sorpresa de cómo es posible aún disfrutar la naturaleza.

Mi intención es hablar con el espectador del desecanto de la vida. Me interesa hablar de los temas que a veces nos hacen sentir deprimidos o contentos y del sentido de nuestras vidas, desde el punto de vista de la ironía.