Esta obra constituye un importante ejemplo en la producción de Marcello Venusti durante la segunda mitad del siglo XVI. Nacido en Lombardía, su relevancia artística destaca por la trasposición de modelos compositivos de Miguel Ángel Buonarroti de dibujo a pintura.

Esta obra es el resultado de la unión de tres importantes dibujos de Miguel Ángel durante los últimos años de su vida: Ell Cristo vivo en la Cruz (British Museum, Londres) realizado para la marquesa de Pescara, Vittoria Colonna, y dos cobres más con La Virgen y San Juan doliente a los pies de la Cruz (Museo del Louvre, París).

Los biógrafos Giorgio Vasari y Giovanni Baglione constataban la fama de Venusti y decían que se había especializado en la pintura de “cosas pequeñas” y que las enviaba a España. Su delicada gama cromática ya era elogiada por sus compañeros, como explicó don Juan de Zuñiga en la famosa carta enviada en 1578 al rey Felipe II, donde se manifiesta su admiración “para dar colores” en las obras de Marcello.